A medida que la epidemia avanzaba, los gobiernos locales han ido saliendo del confinamiento competencial y han ido tomando un papel cada día más relevante. ¡Y es que esto, por suerte, no es una guerra! Médicos sin Fronteras lo dejó claro desde el primer momento: hay que combinar actuaciones a muchos niveles, hay que inventar respuestas para adelantarse a la evolución de la enfermedad, hay que contar con los recursos más impensados y, sobre todo, es indispensable la colaboración ciudadana. De repente la flexibilidad municipal, el soft power , se convertía en un activo valioso para frenar contagios, garantizar el acompañamiento a una sociedad confinada y activar todas las energías de una sociedad civil con ganas de colaborar.