Lejos de auscultar el latido ciudadano, la política sigue insistiendo en saltarse valores como la honestidad y la valentía. Y claro, sigue tropezando con la misma piedra. El pasado viernes, Barcelona se fue de fin de semana más triste de lo que la empezó tras contemplar, atónita, cómo su alcalde decidía vender patrimonio municipal, y lo que es peor: cómo camuflaba este anuncio tras la tan necesaria vivienda social. El gobierno conservador de CiU ha puesto Barcelona en venta. No es una opinión, es una constatación. De muchas de las operaciones les he escrito en estas mismas páginas. Desgraciadamente, hoy toca hacerlo de la última: la importante red de aparcamientos públicos que existe en nuestra ciudad.
Esta operación –pisos sociales a cambio de aparcamientos públicos- es un fraude a la ciudadanía, llega tarde y sí lo hace a medio mandato es sólo porque Trias ha visto que la inercia del pasado de la que ha vivido empieza a desaparecer. Dos años después de ganar las elecciones sigue careciendo de un proyecto para Barcelona, sigue dando señales de nulo liderazgo y la parálisis de su gobierno sigue siendo desconcertante. Las diferentes encuestas y barómetros que van publicándose confirman que sus expectativas electorales no son las propias de quien capitanea una administración solvente como lo es nuestro Ayuntamiento.
Es en este contexto donde hemos de situar a un alcalde que empieza a necesitar sacar conejos blancos de su chistera; conejos con los que poder despistar a una ciudadanía cada vez más quejosa. Impulsar un nuevo parque público de vivienda de alquiler social es, ciertamente, indispensable. Los socialistas llevamos dos años reclamándolo con insistencia ya que, cabe señalar, los 10.000 pisos de protección oficial que existen hoy en Barcelona son del todo insuficientes. Lo denunciable es, más allá del momento político, la fórmula que Trias ha ideado para financiarlo: crear una sociedad mixta en la que el Ayuntamiento será minoritario y que estará integrada por, entre otros, los 15 aparcamientos de B:SM que ocupan el perímetro central de la ciudad: los más rentables. Una arquitectura, piensa el alcalde, con la que sacar no uno, ¡sino dos!, conejos de la chistera.
Las finanzas municipales permiten, de sobras, financiar los 100M€ que, calcula el consistorio, costará esta operación. Entonces, ¿por qué deshacerse de un elemento básico para las políticas de movilidad? Muy fácil: como la Generalitat sigue sin pagar al Ayuntamiento la millonaria deuda contraída, como el alcalde es incapaz de reclamar al Govern para que éste pague lo que nos adeuda, Trias empieza a venderse el patrimonio de todos los barceloneses.
La valentía política consiste, entre otras cosas, en hablarle claro a la ciudadanía. Tomar decisiones, avalado por la legitimidad de las urnas, explicarlas y defenderlas. Lamentablemente, Trias ha carecido de ella al querer camuflar bajo la necesidad de muchos una operación que beneficiará a unos pocos.