Cultura y Europa

Avui faré una intervenció a Llille en un acte electoral del PS en el que m’han convidat a reflexionar al voltant d’Europa i la cultura. La meva intervenció es basarà en el text següent. Europa no ha tingut un paper destacat en l’àmbit de la cultura, potser seria hora de començar a canviar.

Cultura y Europa

  1. Es una muy buena noticia que en el centenario de la primera guerra mundial, se celebren elecciones democráticas para elegir un parlamento europeo. Hoy hay que empezar señalando que pese a todas las políticas de austeridad salvaje, el crecimiento imparable de la desigualdad en el continente, el rescate a bancos y el abandono de los más vulnerables, e incluso, la barbarie de los Balcanes y la timidez actual ante el conflicto en Ucrania, la Unión Europea sigue siendo un buen invento. Aunque solo sea para garantizar la paz en un continente que ya ha sangrado demasiado.
  2. La barbarie de las dos guerras y la gran depresión de los años treinta generó también otro gran instrumento: el estado del bienestar. El árbitro que garantizaba la coexistencia pacífica entre capitalismo y democracia: libre mercado y crecimiento económico, y servicios públicos financiados por una fiscalidad progresiva, como garantía de cohesión social. Hay que añadir que esta combinación virtuosa, que ha generado décadas de prosperidad e incremento progresivo de la equidad social, ha tenido como garante al estado-nación. Es decir, ha sido también una manera de reforzar la estructura política que sigue siendo la más importante en Europa. Recordemos que la UE solo dispone de un presupuesto equivalente al 1% del PIB europeo.
  3. Las políticas culturales en Europa son hijas del estado del bienestar, y son los estados los responsables de su desarrollo. Nacen tras la segunda guerra mundial, con Francia e Inglaterra como referentes ineludibles. Uno con la omnipresencia del estado, el otro a través de una fiscalidad específica que premia a los privados que dedican recursos a la cultura. Ante una crisis global que había conducido a Europa al abismo, la cultura, y las políticas públicas de soporte, son indispensables. En ambos casos, la perspectiva nacional (definir y transmitir un imaginario sobre el que identificarse), prevalece sobre cualquier otra perspectiva.
  4. Europa hasta el tratado de Maastricht no tiene ninguna competencia en este ámbito. Los tratados políticos solo destacan la diversidad como característica principal, lo que conlleva que sea cada estado miembro quien se ocupe de ella. Las apelaciones al patrimonio común, a los valores europeos, queda para las grandes frases  y los momentos solemnes. En realidad la Agenda Europea de la cultura lo dice alto y claro: las políticas culturales son competencia de los estados miembro y la tarea de la UE es simplemente generar algunos programas de apoyo. Actualmente la UE fija tres ámbitos de trabajo: diversidad cultural (existe casi una fijación en los documentos europeos en destacar mucho más lo que nos distingue que lo que nos une), cultura y desarrollo económico (turismo, factores culturales para el desarrollo…) y la cultura en las relaciones exteriores europeas (quizás lo más importante ha sido el papel de Europa en la defensa de la excepcionalidad cultural en los tratados de libre comercio).
  5. Hay que ser sinceros: la UE  ha jugado un escasísimo papel en la articulación de políticas públicas en el ámbito de la cultura. A tenor de la escasa presencia en los programas electorales, no estamos ante una prioridad para nadie. La integración económica no ha sido acompañada por una progresiva integración cultural. ¿Es un error o un acierto? ¿Debe la UE jugar un papel más activo en el terreno de las políticas culturales, o estas han de continuar teniendo su marco central en el estado-nación? En mi opinión, si seguimos apostando por profundizar en la integración europea, sería muy conveniente que además de la agricultura, Europa se ocupara de la cultura. Es decir de generar un espacio cultural común, como tantos intelectuales y diversos países reclamaban en el encuentro de Berlín de hace una década. Es verdad que Europa es diversa, pero tiene un “aire de familia”, aquella sensación de las familias muy numerosas: cada uno posee características propias, pero entre todos ellos hay un algo común. Existe una idea de Europa, para nombrarlo a la manera de George Steiner, y hoy son necesarias unas políticas públicas que permitan que emerja, y sea conocida y reconocida por los ciudadanos europeos. Este es el mejor camino para enfrentarse a los peligros que acechan al viejo continente. La xenofobia y el populismo colocan a Europa como enemigo. Ya se sabe que cuando las perspectivas de futuro se ensombrecen, hay que buscar enemigos a quienes echarle la culpa. Hay que decirlo alto y claro, especialmente en Europa: el peligro no es la diversidad cultural, sino la desigualdad social. La UE, en un mundo globalizado, nos interesa cada vez más a los europeos para construir diques de contención ante los peligros de un capitalismo financiero desbocado. Pero para ello necesitamos más Europa y es dudoso que estemos dispuestos a ceder mayores cotas de soberanía si no reconocemos la existencia de una idea cultural de Europa, de ese aire de familia que nos asemeja y permitiría mayores cotas de integración y políticas comunes. Quizás se trata de construir una Europa como estado de naciones. Como decía Ortega: “Europa es el único continente que es además un contenido”.
  6. Dibujar una agenda política cultural para Europa que supere el síndrome Erasmus (todos aquellos programas que pretenden mover alumnos, piezas de museo, artistas o festivales entre los distintos países europeos), es un reto mayúsculo que no resolverán estas elecciones, pero en el que deberíamos empezar a pensar. La cultura, en lugar de verla como un factor de generación económica, podríamos entenderla como el eslabón que permitiría profundizar en la integración política de nuestro continente. No tengo tiempo ni capacidad para dibujar una agenda política para Europa en el ámbito cultural, pero esbozaré algunos retos a los que debería responder:

    1. Steiner, en su idea de Europa, utiliza el café como metáfora y la presencia de la memoria en el espacio público (en los nombres de las calles, por ejemplo). Ambas ideas nos conducen a la ciudad europea, la que combina las funciones urbanas con la preservación de la memoria y el espacio público. Una política cultural común debería establecer estrategias y normativas que permitieran preservar las ciudades en toda su complejidad. Como ejemplo, sería muy conveniente una regulación común sobre el uso del suelo que impidiera la generación de nuevas “burbujas” inmobiliarias, factor clave para entender la crisis actual y la degradación urbana en muchas ciudades europeas. Mientras el programa Capital europea de la cultura languidece, la vieja ciudad europea se diluye al albur de los envites de un mercado depredador de condición urbana. Hace tiempo que grandes estados han creado ministerios de las ciudades, ¿quizás sea el momento de hacer lo mismo en Europa?      
    2. La integración de las políticas patrimoniales debería favorecer la creación de redes estables y cooperativas entre los grandes centros museísticos europeos. Una historia común exige espacios compartidos para explicar-la. Quizás exista un ámbito específico vinculado al patrimonio industrial, en donde la UE podría hacer una gran apuesta con visión continental. La recuperación del patrimonio industrial es hoy una de las prioridades en muchos países, existe el nexo común de la revolución industrial. Ahí existe una oportunidad de contar de manera común la historia reciente de Europa, entroncada con la memoria de millones ciudadanos europeos. La revolución industrial de finales del XIX condujo al continente a la peor tragedia y como reacción a ella, a las  décadas de mayor prosperidad y progreso social. Con diferencias en cada país pero con una historia común que nos incumbe a todos.
    3. Europa ha jugado un papel destacado en el soporte a la investigación científica, tocaría articular un programa similar para la creación artística. Europa no debería convertirse en el balneario del mundo, en el lugar donde el peso de la historia impide continuar siendo foco de creatividad e innovación. Las políticas europeas están excesivamente decantadas hacia las industrias culturales y el desarrollo económico, es indispensable que el viejo continente siga siendo lugar de pensamiento y producción artística. Un programa global de soporte a las artes y a los centros de producción artística europeos es hoy mucho más importante que garantizar la movilidad entre países.
    4. En relación a la cultura y la economía es urgente homologar los modos de promoción de la actividad económica vinculada a la cultura en toda Europa. Un IVA común que impida el absurdo que está ocurriendo en mi país, una fiscalidad común que favorezca la implicación del dinero privado en la creación y promoción cultural, la protección europea del cine y todas las manifestaciones culturales vehiculadas a través de procesos industriales, una política común en la defensa de los derechos de autor y la adaptación a los retos que plantea el mundo digital… Brasil, (casi 200 millones de ciudadanos frente a los 500 millones de europeos) acaba de impulsar una medida, el Vale Cultura, que podría tener mucho sentido en el ámbito Europeo. Se trata de favorecer las prácticas culturales de los ciudadanos con menor renta, financiado por las empresas que, a cambio, reciben una mejora fiscal. >La medida tiene un doble objetivo: garantizar el acceso a los que más difícil lo tiene, a la vez que generar un gran movimiento económico en torno al sector de la cultura. Son este tipo de medidas las que hoy Europa debe plantearse para realmente utilizar la cultura común como instrumento de integración.
    5. Finalmente hay que señalar que Europa es plural en lenguas, culturas e identidades, sin duda, pero su diversidad va más allá de los antiguos estados-nación, o dicho de otra forma hay más naciones que estados. En un mundo global el reconocimiento a la diversidad real, más allá de la institucional, es una tarea pendiente en la UE. Vengo de Catalunya, una nación con lengua y cultura propia, profundamente europeísta, pero que le gustaría una UE que reconociera sin matices su condición nacional. El catalán, mi lengua, hablada por más de 10 millones de europeos no tiene, aun, la consideración de lengua oficial europea. Una Unión que utiliza el término diversidad en todos sus documentos relativos al ámbito cultural, debiera adaptar el discurso a un contexto en el que su diversidad cultural va mucho más allá de la que representan los estados-miembro.

       

Sirvan estas cinco pinceladas para imaginar una Unión Europea implicada en el desarrollo cultural del viejo continente, capaz de fortalecer el “aire de familia” que se respira en cualquier rincón de la vieja Europa. Y termino con las palabras pronunciadas por Thimothy Garton Ash en el encuentro de Berlín ahora hace una década, el mejor argumento para una apuesta cultural: “la verdadera y sencilla historia de Europa es el triunfo de la libertad”. 

 

Arreveure

No ha estat una setmana fàcil. Escric aquest post, en sóc ben conscient, amb el regust del perdedor. Quan dediques dos anys a un objectiu, per molts atenuants que hi busquis, la derrota s’instal·la a l’estómac. Volia guanyar, no valen altres eufemismes, i això no ha passat. Felicitar a l’adversari que ha obtingut més vots és indispensable: enhorabona Jaume. Però també toca recapitular i prendre decisions.

Després d’una setmana de donar-hi voltes he decidit deixar la política institucional. Renuncio a la presidència del Grup Municipal Socialista (GMS) i, en el proper Plenari, deixaré l’acta de regidor. Voldria equivocar-me però em sembla que el PSC surt de les primàries pitjor de com hi va entrar i s’allunyen les possibilitats de derrotar a Trias. Entre l’escassíssima participació -celebrada, per cert, com un gran èxit per la Federació de Barcelona- i les “males praxis” clientelars, reconegudes però sense aclarir, l’oficialisme s’imposa. En lloc d’obrir el camp, aquest encara s’ha tancat més. Mal presagi.

Tanco una etapa que va començar ara fa vuit anys, quan l’any 2006 em reincorporava al capdavant de l’Institut de Cultura de Barcelona. Fins al maig de 2011 vaig dirigir les polítiques culturals de la ciutat en el govern de l’alcalde Hereu. Van ser cinc anys dels quals guardo un excel·lent record i on el paper de la cultura va guanyar posicions, pressupostàries i polítiques, en l’agenda del consistori. Un mandat, val a dir, amb clars i obscurs, marcat per dues dimissions molt diferents que auguraven la derrota posterior: la de Carles Martí pel fracàs de la consulta de la Diagonal i la d’Itziar González com a regidora de Ciutat Vella. El PSC mostrava signes inequívocs d’una necessària renovació, en el fons i en les formes.

El maig de 2011, per primera vegada, els socialistes perdien el govern de la ciutat. Mesos després de la derrota, el PSC em va demanar que encapçalés el GMS. Vaig creure que triar el regidor més heterodox, i menys implicat en la vida interna del partit, significava una sincera voluntat de canvi, no només en els continguts sinó també en les actituds i en les maneres de fer política. Potser aquella era la intenció, però la realitat havia de complicar-se molt aviat. El meu bateig en la política institucional l’han acompanyat dues manifestacions que han mogut el mapa del catalanisme polític i un creixement de la desigualtat, que ha fracturat la societat catalana i barcelonina. El descrèdit de la política institucional ha augmentat en la mateixa mesura que s’ha re polititzat la societat. La direcció del PSC, encapçalada per Pere Navarro, ha estat incapaç de dibuixar una resposta als reptes actuals de Catalunya. Brindar amb Alicia Sànchez Camacho i Albert Rivera el dia de la Constitució, i amb Artur Mas per tancar l’acord del Barcelona World, és la metàfora d’un desori.

La meva aposta era mirar d’encapçalar una sacsejada al PSC, buscar la complicitat d’una part significativa del nostre espai polític que havíem anat perdent, i recuperar la millor herència del socialisme barceloní i català. M’han dit que mirava més a fora que a dins del partit. És cert: quan una organització entra en crisi ha de procurar recuperar l’energia que ha marxat, més que la comoditat dels que encara hi romanen. Les primàries obertes es presentaven com la darrera oportunitat per trobar la legitimitat necessària per mirar de vèncer tanta resistència al canvi. No ha estat possible. El distanciament entre els dos mons és molt gran, potser irreconciliable. Els ciutadans preferien avalar més que anar a votar en una convocatòria organitzada pel PSC, i després de la primera volta la distància encara s’ha incrementat.

Segurament hi ha molts altres factors que han influït en la derrota, especialment la meva inexperiència política, però quan un juga fort ha d’acceptar que un resultat advers ha de tenir necessàriament conseqüències. Tinc massa dubtes que el resultat de les primàries pugui realment afavorir la revifada del socialisme a casa nostra. Em dol, molt més del que es pensen els que m’acusen de torpedinar el PSC. Sobretot, perquè amb un socialisme empetitit, disminueixen les possibilitats de construir alternatives d’esquerres als governs actuals. Trias continuarà sense projecte, però contemplarà, murri, com els adversaris s’esmicolen. Barcelona no s’ho mereix.

Agraeixo infinitament tots els suports, especialment els d’aquells que m’han acompanyat de prop en aquesta aventura, a tots els que m’han ajudat a articular el Moviment Barcelona, i a tots i cadascun del 1.515 votants. Però no me n’he sortit, i no trobo cap explicació raonable per continuar exercint el paper de regidor del PSC. Un clàssic i antic representant de l’aparell li deia, fa uns dies, a una militant que em donava suport: “El Jordi té el millor projecte per Barcelona i és qui millor coneix la ciutat, però va en contra del partit i això no pot ser”. Preservar l’instrument, amb les seves famílies i dinàmiques clientelars sembla més important que els valors i els objectius de transformació que pregona.

No llenço cap tovallola, simplement la guardo al calaix. És la segona vegada que deixo l’Ajuntament, però no ha de ser l’última que em dedico amb cos i ànima a la meva ciutat. Potser em faig gran, però no crec que trobi res que m’apassioni tant.

Publicat dins de Bloc

Nosaltres votem Jordi Martí. I tu?

A Barcelona creix la desigualtat social, alhora que s’apaga el seu nervi urbà. L’enorme transformació urbana encapçalada per l’esquerra, i generadora d’il·lusió i consens ciutadà, ja fa anys que s’ha anat esllanguint. Primer, per la dificultat dels darrers governs progressistes d’entomar els nous reptes d’una ciutat global. Avui, per la deriva conservadora del govern actual que privatitza serveis i espais urbans, i posa tots els recursos a la Barcelona que funciona,  mentre abandona els barris més castigats per la crisi.

La resignació no és l’actitud pròpia dels barcelonins i barcelonines. I per això cal posar-hi remei des de l’esquerra, des les idees de progrés, justícia social i ambició per la capital de Catalunya. Ara, les primàries obertes a la participació de tots els ciutadans convocades pel PSC per triar el seu candidat a l’alcaldia, són una oportunitat per fer el primer pas per derrotar  la coalició de dretes que governa Barcelona.

Nosaltres creiem que Jordi Martí és la millor opció per fer-ho possible. El seu programa contra la desigualtat, concretat en un pla dels  barris més afectats per la crisi i les retallades  socials o l’aplicació d’una renda mínima garantida a Barcelona, la seva aposta per un major protagonisme municipal en l’educació i la seva disposició a posar en pràctica noves fórmules d’economia cooperativa o la municipalització de l’energia, constitueixen una oferta que respon a la línia de la socialdemocràcia més avançada. La seva condició d’home d’esquerres, obert a la col·laboració amb la resta de forces de progrés, és una garantia per poder imaginar un nou govern municipal progressista com el que va governar la ciutat en els darrers trenta anys, els millors anys de Barcelona.

D’altra banda, les seves conviccions catalanistes i la seva defensa inequívoca del dret a decidir, dona credibilitat a la seva proposta d’una Barcelona capital d’estat, i permeten pensar que amb ell a l’alcaldia, la capital de Catalunya respondria a les expectatives de lideratge nacional, avui defraudades. Finalment, aquestes mateixes conviccions catalanistes són un motiu d’esperança per tots aquells que creiem en la imprescindible renovació del PSC, per tal d’evitar la seva progressiva marginalitat en l’escena política.

Els sota signants estem convençuts que la victòria de Jordi Martí a les primàries de Barcelona serà clau per redreçar l’actual deriva d’allunyament  del PSC del cor del catalanisme polític. Els socialistes catalans necessiten recuperar la seva posició tradicional al costat de tots els catalanistes, i la gent d’esquerres necessitem també el PSC al nostra costat en l’actual combat  del país. Per tot això, nosaltres el votarem. I et convidem a tu, a fer-ho també.

 

Barcelona, 27 de març de 2014

 

Marcelo Abbad, Jaume Badia, Joan Anton Benach, Toni Berini, Josep Bohigas, Xavier Bonal, Xavier Boneta, Jordi Borja, Pia Bosch, Sacramento Burgos, Lluís Cabrera, Antoni Castells, Toni Comín, Joan Ignasi Elena, Joan Fuster, Diana Garrigosa, Marina Geli, Toni Monegal, Custodia Moreno, Josep Juan Moreso, Francesc Muñoz, Ivan de la Nuez, Joan Manuel del Pozo, Josep Ramoneda, Àlex Rigola, Carles Rivera, Maravillas Rojo, Montse Sànchez, Toni Segarra, Núria Sempere, Claret Serrahima, Álvaro Serrano Sol, Marina Subirats, Montse Tura, Roser Vallhonesta, Germà Vidal i Agustí Xifré.

 

Publicat dins de Bloc

Barcelona ens espera

 

Aquest dissabte, 29 de març, els barcelonins progressistes i d’esquerres tenim una cita amb les urnes. No són unes eleccions més, sinó la primera vegada que una força política, en aquest cas el PSC, ofereix als ciutadans la possibilitat de triar al seu candidat a alcaldable a la ciutat de Barcelona. Les primeres vegades sempre són difícils i, a més, coincideixen amb una situació política de gran complexitat i en el pitjor moment del socialisme català. Tot plegat fa que creixi el neguit: per uns els que ens preocupa, sobretot, és una baixa participació; per altres, en canvi, els espanta que s’acostin ciutadans que, ara com ara, viuen allunyats del PSC.

Ho vaig dir ara fa un any a la presentació en societat del Moviment Barcelona: amb mi hi vull independentistes, confederalistes i federalistes. Molts, llavors, van arrufar el nas i deien: això, tranquils, des del PSC és impossible. Avui, quan comença a ser una realitat, arriben els nervis. La política sempre ha d’ampliar els marges, mai empetitir-los.

Aspirar a una ciutat que es rebel·la contra la desigualtat i la pobresa, que anhela convertir-se en capital d’Estat i que fa de la radicalitat democràtica la seva bandera, és un gest inequívocament barceloní. Barcelona ha de trobar la manera, la seva manera, de contribuir a respondre a les tres cares de la crisi: socioeconòmica, nacional i democràtica. Barcelona no és una ciutat per ser administrada, és un subjecte polític que ha de jugar un rol central en l’escena política catalana, espanyola i europea. Avui està desapareguda; la dreta vol tenir la ciutat domesticada, apagada i somorta. Igual a Madrid que a Barcelona.

L’Isidre Molas, en una trobada a Gràcia en la que jo mirava de descriure l’actual govern Trias, va deixar-la anar: “La dreta no s’estima la ciutat”.  No he trobat una definició millor per entendre la distància palpable entre els seus regidors i els moviments socials, en les diatribes cada vegada més esperpèntiques de l’alcalde, en la insensibilitat vers el patiment social, en l’obsessió per convertir en negoci qualsevol recó de la ciutat, en el menyspreu cap al mateix Ajuntament amb la dèria privatitzadora de serveis públics. Avui, la majoria alternativa a la dreta la formen totes les sensibilitats de l’esquerra que s’estimen la ciutat. Són els que saben que el país es construeix de baix a dalt: per fer-lo federal, confederal o independent. Són els mateixos que durant 32 anys han fet la Barcelona d’avui i, més enllà de la seva sensibilitat nacional, volen que Barcelona sigui un projecte en si mateix. Són la Marta Mata, la Maria Aurèlia Capmany, l’Oriol Bohigas, el Joan Fuster o la Marina Subirats, però també  el Jordi Borja, l’Eulàlia Vintró, la Imma Mayol, la Pilar Rahola o l’Esther Capella. Pasqual Maragall va saber aixecar la bandera de la ciutat per unir totes les sensibilitats del catalanisme d’esquerres, no hauria de ser tan difícil repetir-ho. Només cal fer tornar al PSC al seu lloc. Vine a votar-me el 29 de març, aprofita l’oportunitat de les primàries obertes, treu-te la mandra o els prejudicis. Barcelona ens espera!

Al Besòs, altra vegada

Qualsevol alcalde, o candidat a ser-ho, ha de tenir una dèria, una mena d’esperó que el permeti sobreviure a les inclemències de la política i, alhora, concreti i faci tangible una visió sobre la ciutat. La política municipal -aquesta és la seva grandesa, la que a mi m’ha atrapat i que mai no he sabut trobar a les llargues i feixugues sessions parlamentàries- ha de tenir sempre els peus a terra, a la realitat concreta de la ciutat. En una de les primeres converses que vaig tenir amb l’alcalde Trias vaig demanar-li quina era la seva dèria, per quin projecte o iniciativa estava disposat a jugar-se-la de veritat. Em va mirar atònit, pensant que era boig. Aquell dia vaig saber que estava davant un alcalde de transició. Un dia d’aquests els hi preguntaré als meus adversaris a les primàries, veurem…

Des de fa anys, la meva dèria és el Besòs: un riu que va ser claveguera a cel obert, el límit de la ciutat imposat per Cerdà, l’àrea on, desendreçada, creixia una perifèria urbana que Barcelona mai se l’ha mirat. La ciutat oberta al mar ha seguit, malauradament, d’esquena al riu i encara pitjor: s’ha acabat de separar fent passar les Rondes vora seu. El Besòs és important per moltes coses des del punt de vista urbà, però el més important és que conté una memòria acumulada que encara no han descobert molts barcelonins. Si amb l’obertura al mar la ciutat va redescobrir la Mediterrània, abraçant el Besòs, Barcelona s’hauria de reconciliar amb ella mateixa, amb un espai físic i mental que encara desconeix. Posar la mirada en un lloc també és una manera de fer ciutat.

El Besòs és important per tres coses. El darrer estudi de l’IGOP sobre desigualtat en el territori, l’assenyala com el corredor de la pobresa del país que travessa la ciutat i segueix amunt per la llera del Ripoll. En l’àrea urbana que ressegueix el riu s’hi concentra una gran densitat de ciutadans en risc d’exclusió social. Santa Coloma és l’únic govern municipal d’aquesta àrea que, amb els recursos escassos, ha engegat plans seriosos per frenar la pobresa energètica, combatre els desnonaments i generar polítiques actives d’ocupació. S’imaginen convertir el Besòs en l’àrea per posar a prova les polítiques més valentes de combat contra la desigualtat social? Aquest és el repte de les ciutats i Barcelona ha de tornar a ser-hi.

També és important en clau metropolitana. El Besòs, si en comptes d’entendre’l com un límit el veiem com un eix (amb la mateixa orientació i potència de centralitat que el passeig de Gràcia), esdevé l’espina dorsal de la Barcelona metropolitana. Poca broma! La Sagrera ajudarà a atorgar centralitat, però calen actuacions potents per integrar les infraestructures de mobilitat i fer més amable l’accés. Els diners que Trias gastarà a Glòries (més de 250M€!) o al passeig de Gràcia haurien fet més servei invertits en el Besòs. Alhora, cal començar a pensar en una visió a llarg termini, cal dissenyar un pla d’equipaments del riu, cal pensar en els nous usos lúdics, comercials i veïnals que el Besòs pot oferir. En les ciutats metropolitanes, els espais a repensar són les frontisses; allò que va ser perifèria, límit, i que avui ha esdevingut centre. Si resolem el Besòs, resoldrem el repte urbà de la Barcelona metropolitana i haurem tornat a marcar el camí de com les ciutats afronten els reptes contemporanis. Això també vol dir ser capital d’Estat!

I encara una tercera: el Besòs és també un paisatge mental, un imaginari amagat. Hi ha una memòria acumulada, tan important com el passat industrial del Poble Nou, però que no acaba de florir. Ho tornava a pensar visitant l’excel·lent i modestíssima  exposició al voltant de la tèrmica que es va inaugurar la setmana passada al Museu de la Immigració de Sant Adrià (per cert: no us la perdeu, algun director de museu o centre cultural barceloní hauria de reaccionar d’una vegada!). Ho he pensat sempre llegint a Javier Pérez Andújar: hi ha un enorme potencial de memòria, de lluites obreres, de patiment i de vida popular, i d’immigració arribada després de la guerra. El dia de la inauguració, Jaume V. Aroca, un dels comissaris de la mostra, m’explicava que encara hi ha ciutadans que s’asseuen dins el Sevillano, el tren que venia carregat d’immigrants del qual el museu en conserva un vagó plantat al mig del jardí, i ploren en silenci. La tèrmica, les tres xemeneies, és el símbol del Besòs, la fàbrica de la llum, com la denomina l’exposició, que feia ploure cendra sobre Barcelona. Aquest edifici dels setanta té la potència per esdevenir el far de la Barcelona metropolitana, el reclam perquè els Barcelonins s’hi fixin, l’ham per integrar el Besòs en el relat barceloní. No ho desaprofitem.

Sobre tot plegat, alerto, s’hi ha posat un núvol preocupant: l’interès de grans grups d’inversió. El més temptat és xinès i vol quedar-se les 20 hectàrees que inclouen les tres xemeneies per desenvolupar-hi un projecte global. Si buidar la tèrmica de tots els elements del seu passat ja ha estat un error, avui irreparable, entregar-la als interessos del mercat financer és el pitjor camí per resoldre aquesta franja de front marí. Fer ciutat és una activitat delicada, com la de l’alquimista que busca la síntesi justa entre passat, present i futur. El mercat és necessari, però entregada la ciutat a les seves mans, la fa mal bé i li extreu l’essència urbana. Esborrar la memòria o condemnar-la només a perviure en llibres i exposicions, és carregar-se la ciutat.

Avui diumenge he tornat a passejar pel Besòs i em retrunyen els versos del poema Murió por gritar, dedicat a Manuel Fernandez Márquez, un obrer mort l’abril del 1973 per un tret de la policia:

 

Martes 3 de abril de 1973.

Ese día murió

Manuel Fernández Márquez,

Obrero.

Pero no de cansancio,

Como morimos muchos.

Pero no de accidente de trabajo,

Como seguimos muriendo.

Pero no de hambre y de miedo,

Como quisieran que muriésemos.

Murió por gritar

que no quería morir por nada de eso.

 

A Barcelona, comença a decidir

És el nostre lema de campanya, sense embuts: Comença a decidir. Aquest dissabte, Carlos Márquez feia en una piulada una associació entre el nostre eslògan i el mític de les municipals del 1979, Entra amb nosaltres a l’Ajuntament. Certament, molt ben vist! Despertar dels 40 anys de dictadura feia imaginar una democràcia que no s’acabava amb el vot cada quatre anys: l’esquerra havia d’incorporar en el seu projecte transformador l’energia social de tots els moviments de l’antifranquisme. Avui passa el mateix, societat i organitzacions socials van per davant de la política institucional i això, afortunadament, no hi ha aparell que ho aturi. I quan això passa, com als anys vuitanta, és quan la política institucional té la possibilitat d’abordar transformacions que sense l’energia social serien impossibles. Maragall va poder transformar Barcelona perquè, més enllà dels vots, notava l’alè ciutadà al seu costat.

El nostre repte és aconseguir un nou estatus polític pel país que capgiri els maltractes rebuts per l’Estat espanyol en termes econòmics, polítics i culturals. Barcelona també hi té molt a veure: la concepció d’un Estat amb una sola capital que centrifuga poder polític, econòmic i cultural afebleix la potència de la capital del país. No serà fàcil, l’adversari és molt potent, però és incomprensible que Pere Navarro no s’adoni que avui el problema polític del PSC no és ERC ni ICV ni tampoc CiU: el problema polític del PSC és la seva absoluta incapacitat de connectar amb l’onada ciutadana que hi ha al darrere del dret a decidir. L’eix que va de l’autonomisme a la independència, passant per les diverses modalitats del federalisme, no genera compartiments estancs de hooligans de cada cosa. Aquest és, més aviat, un camí que va molt transitat en una sola direcció fruit de l’actitud tancada dels populars i de la negativa reiterada del PSOE a acceptar que es pugui votar. Navarro i la direcció del PSC van, simplement, en direcció contrària, convençuts, això si, que cada vegada que un socialista canvia de direcció ajuda a enfortir el seu projecte. Els socialistes no ens ho mereixem! Això no és el PSC del 1979 i, si seguim així, no hi haurà cap opció per tal que les esquerres recuperin l’alcaldia de Barcelona. Ras i curt: amb la direcció actual i Pere Navarro és impossible que el PSC guanyi les eleccions municipals del 2015.

Tot plegat genera un objectiu sobrevingut en aquestes primàries: han de decidir, sí, el millor candidat per Barcelona, el que més hagi suat ciutat i sigui capaç d’afrontar l’enorme repte de la desigualtat. Però també han de provocar un tsunami al PSC. Fa 20 anys que treballo per Barcelona, a dins i fora de l’Ajuntament, sempre amb la mirada al carrer, mai al partit. El meu Contracte per Barcelona defineix les tres prioritats centrals del meu programa pel futur de la ciutat: combat contra la desigualtat, cap a una capital d’estat i radicalitat democràtica en el funcionament municipal. Totes tres hi són en el Comença a decidir, però a més sé que adquireixo un compromís afegit: plantar cara a una direcció que no només afebleix al partit –això per a molts és poc rellevant–, sinó al país i a la seva capital.

Decidir votar Jordi Martí és apostar per una alternativa d’esquerres, capaç de sumar a tots aquells que durant anys, a Barcelona i a Catalunya, han estat els nostres companys de viatge.

El cercle vergonyós de Trias

La notícia més rellevant que ens ha deixat el Plenari celebrat aquest divendres ha estat la privatització de la gestió dels aparcaments del centre de Barcelona. Una operació en què es fa molt difícil trobar-hi l’interès general, algun motiu que permeti millorar la vida dels barcelonins. El Govern municipal ha esgrimit, amb sospitosa vehemència, un objectiu, aparentment convincent: aconseguir 100M€ amb què poder construir 1.000 pisos de protecció oficial a la ciutat. En una ciutat que té una mitjana de 20 desnonaments diaris, l’objectiu, certament, és prou rellevant per aturar-s’hi. Si perdre el control i la gestió directa de 15 pàrquings públics i la d’altres 11 que avui estan en mans privades però als que els hi venç la concessió els anys vinents ha de significar una alternativa a la manca d’habitatges, en una situació d’emergència com l’actual potser Trias l’estigui encertant.

La sorpresa, però, s’amaga en el tancament econòmic municipal corresponent al 2013. Un tancament que l’alcalde ja ha signat però que no vol, encara, explicar. Segons els càlculs del Grup Municipal Socialista (GMS) el resultat és positiu i hauria estat de més de 120M€. Ens equivocàvem, després de demanar-ho amb insistència, a l’exigir que donessin la xifra exacta en el Plenari de divendres, el mateix on s’aprovava la privatització dels aparcaments. Finalment el Govern l’ha acabat confirmat a un mitjà de comunicació: el resultat és de 140M€! Sí, no és cap error: mentre Barcelona pateix una fractura social que amenaça la cohesió a molts barris de la ciutat, el seu Ajuntament, durant el 2013, va ingressar 140M€ més dels que va gastar.

Aquesta xifra inaudita (la de 2012 ja era excessiva i només pujava a 60M€) coincideix amb l’informe anual signat per la Síndica de Greuges, qui continua advertint –millor, alertant- de la incapacitat municipal per atendre el creixement de les necessitats socials dels barcelonins. Gastar més del que s’ingressa és propi de mals gestors, però gastar menys, i en aquestes proporcions, és mostrar una absoluta insensibilitat cap al patiment de molts ciutadans. El Govern conservador, mentre anava fent caixa va rebutjar el nostre Pla de Barris, retalla la despesa dedicada als necessaris plans d’ocupació, incrementa les tarifes del transport públic, retalla serveis a les escoles bressol i en el conjunt del sistema educatiu i concentra les inversions a les àrees de la ciutat que menys pateixen la crisi. Certament, polítiques i decisions pròpies d’un veritable alcalde de les persones!

En qualsevol cas, i denunciada la gasiveria del Govern, aquests 140M€ avui estan ben planxats a la caixa municipal, ja que no s’han gastat quan tocava i en allò que tocava. Es poden dedicar a l’habitatge i a totes aquelles àrees socials que ho requereixen. Cal afegir, tanmateix, que no són producte de cap ingrés extraordinari o d’un exercici excepcional, sinó simplement d’una mala previsió del Govern que, amb certesa, es tornarà a repetir l’any 2014. Quan discutíem el pressupost del 2013 recordo que el principal desacord era que els socialistes proposàvem incrementar la despesa en 130M€, atenent una previsió d’ingressos superior a la que feia el Govern. Cada vegada més propera al PP, Sònia Recasens –que mai no acceptarà que es va trobar l’Ajuntament més sanejat de l’Estat- ens va dir llavors que estàvem instal·lats en la cultura del dèficit. El temps ens ha donat la raó.

Recasens ha escrit que l’operació dels pàrquings “representa el tancament d’un cercle virtuós”. Té tota la raó la tinent d’alcalde d’economia, aquest és un procés que es repeteix circularment: retallades i increment de taxes en pro de l’equilibri pressupostari. Això obliga, entre altres coses, a privatitzar serveis públics amb l’excusa de pal·liar necessitats socials. I en silenci van drenant recursos cap a la Generalitat i empetitint la potència municipal. Fa quasi tres anys que el cercle es repeteix. La llàstima és que en comptes de virtuós comença a ser vergonyós.